LA RAYUELA
Había visto hacerlo a los chavales un millón de veces. Saltaban de número en número y parecían pasarlo en grande.Ella decidió aprovechar las circunstancias: una mañana fría de domingo, un viento suave y constante y unas ganas de vivir una aventura más allá de las ramas del árbol a las que no podía resistirse.
Llegó a la primera casilla y se sintió orgullosa.
Sus hermanas la observaban con envidia y admiración, y haciendo uso del desapego otoñal invadieron la rayuela.
... El lunes, al salir del cole, los niños y niñas buscaron su juego favorito que el viento se había encargado de despejar, y ninguno reparó en las hojas que revoloteaban libres, etéreas, divertidas.

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