HELIOS
Odiaba que Apolo se llevara toda la fama y él todo el trabajo. Cada mañana tenía que tirar de aquellos tozudos corceles que le dejaban la ropa oliendo a quemado, pero ¿cómo iba a dejar de hacerlo si él era la personalización del sol?
Y por si no tuviera suficiente con ello, su hijo le había cogido el carro para dar una vuelta con unas ninfas y casi termina quemando la Tierra (¡estos jóvenes semidioses!).
En fin, otra tragedia griega.