CAMPANAS
Dejó de sonar hace mucho tiempo y desde entonces se dedicaba a observar las escalinatas de aquella iglesia como si esperara que alguien decidiera volver a lanzarla al vuelo y tañer con fuerza.
Ella, en cambio, ni siquiera se dio cuenta de su presencia y siguió dando pequeños y graciosos saltos con su traje blanco radiante, que aspiraba a ser de princesa, de dama, de novia en ciernes.
Tocaría para tu boda, pensó la campana.
Saltaría y huiría, pensó la pequeña.