EL OBSERVADOR
Jugaba distraído haciendo caso omiso de la llamada de su madre, y aquel portal desvencijado parecía el escondite perfecto.
Un sonrisa pícara anunció el triunfo de su pequeña gamberrada. Nadie le veía. ¿Nadie?
Él observaba desde la ajada madera de la puerta y envidiaba sus correrías infantiles.