LA VENTANA, MI MIRADA
El marco era un rectángulo perfecto, casi marcialmente preciso, y la ventana se sentía orgullosa de su estricta proporción de ángulos exactos.
La mirada en cambio, como los sentimientos, era libre, oblicua, imprecisa y osada. Deformaba el paisaje, lo interpretaba, y convertía lo exacto en poesía y pinceladas.
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